Sacudió una campanilla que mantenía a su alcance, y un sacerdote de unos treinta años bien llevados apareció en el acto, como un genio liberado de una botella.
Como es de suponer, la respuesta no se hizo esperar: el muñeco contestó en el acto con otro coscorrón, y desde este momento el combate se hizo general y encarnizado.
Al oír esta llamada aparecieron en el acto dos guardias civiles de madera altos, altos y delgados, delgados, con el tricornio en la cabeza y el sable desenvainado, en la mano.
Basta el conocimiento de un hecho para percibir en el acto una serie de rasgos confirmatorios, antes insospechados; me asombró no haber comprendido hasta ese momento que Carlos Argentino era un loco.
Venía haciendo extractos de párrafos referentes a personas y cosas, Y era difícil tocar un tema o hablar de alguien sin que él pudiera suministrar en el acto algún dato sobre los mismos.